Autor del proyecto: (esfero) Esther Ferrer Román_Categoría: Concurso nacional de proyectos fin de carrera_Premio: Primer accésit_Año: 2006_Promotor: IBERFLORA (Feria de Valencia)
Al oeste, entre las salinas y la ciudad de San Fernando hay una franja invisible para el urbanita que se niega a ver más allá de los límites impuestos por los parámetros funcionales y productivos designados al territorio; el desorden y la rareza que contiene este paisaje hibrido en el que conviven lo uno y lo otro, no hace sino potenciar su invisibilidad. Es en esa franja donde se plantea mi proyecto fin de carrera. Éste parte de la premisa de llenar para luego excavar haciendo, justo gracias a esa acción, evidente el vacío que queda, ese mismo que es desprestigiado por aquel urbanita que aún viendo no ve. El lleno se consigue con árboles y estacas, éstas, que bien pudieran ser aquellas que se distribuyen entre los cauces de las salinas, entre los restos de embarcaciones o las que aún permanecen en pie en algún pequeño muelle abandonado, forman un macizo metafórico, pues entre estaca y estaca existe espacio por el cual se puede caminar aunque dificulta el paso de vehículos a motor e incluso el de bicicletas. Por lo que con las estacas y los árboles se crea una especie de elemento filtrante que empuja a experimentar el espacio a través del paseo.
El proyecto es una alegoría del tiempo. La masa de estacas que se dispone sobre el territorio dibuja en su interior, como ya hemos comentado, algunos vacíos. Estos ocupan el espacio de las “construcciones”existentes.
Dichos espacios se combinan con otros vacíos que no tienen nada en su interior, simplemente son vacíos, plazas, lugares en los que jugar, correr y apreciar el espacio en su expresión como vacío, entonces en ellos el tiempo vuelve a acelerarse.
En una de esas plazas, justo en aquella que aloja el albergue, el atardecer muestra el sol en su dirección opuesta. El edificio del albergue se sitúa en los límites de la plaza, dibuja su contorno y le da espesor. La parte que ocupa la posición “este” se levanta del suelo hasta alcanzar la altura de una segunda planta, una altura suficiente como para salvar la cota de los palos de madera que se colocan entre dicha pieza y las salinas. La fachada, de acero pulido, ofrece diversos pliegues, los cuales dejan que los planos dispongan de distintas orientaciones.